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  • Francisco Marín L.

Lady Macbeth del distrito de Mtsensk


El feminismo, es decir, la revalorización de la importancia que ha tenido la mujer en la historia, la reivindicación de sus derechos, así como el cuestionamiento del rol del hombre, son temas que han estado muy presentes en los últimos años. El premio Nobel a la escritora bielorrusa Svetlana Aleksiévich y la discusión sobre legislar o no sobre el aborto, son ejemplos de cómo algunas de sus banderas han salido a la luz. En este contexto, Lady Macbeth del distrito de Mtsensk cobra aun más vigencia.

Esta historia fue publicada, como novela, por Nikolái Leskov en 1865, en la revista "Epoch" de los hermanos Fyodor y Mikhail Dostoyevsky. Y en 1934 fue llevada a la ópera magistralmente por Dmitri Shostakovich. Como toda obra maestra, las temáticas que trata han sido, son y serán siempre válidas y actuales. Katerina, la protagonista, es un personaje con rasgos negativos: es una asesina, pero tal como quería el compositor, genera empatía en su afán por liberarse de la opresión, en su rol de mujer guardiana del hogar y de la violencia física y sexual que ejercen sobre ella.

La idea de Shostakovich, compositor nacido en San Petersburgo en 1906, era escribir un ciclo de óperas al estilo del Anillo del Nibelungo de Wagner, en la cual se narrara la historia de la mujer soviética desde la Rusia feudal, hasta la época de composición, es decir, principios de la década de 1930. Hacer una gran ópera soviética que tocara temas actuales.

En ese entonces, la creación artística rusa estaba viviendo un proceso de transformación. La incipiente revolución bolchevique había pasado de una idea de arte del proletariado, que idealmente reuniera todas las experiencias artísticas de la humanidad, es decir, un arte libre y expansivo, un arte que mirara al pasado como forma de entender el presente; a un arte lleno de censura, de reglas y acusaciones. En los primeros años de la revolución, los creadores habían encontrado variadas formas de expresarse. Fue este primer tiempo una época fecunda y uno de los medios más usados, además del pensamiento filosófico, fue el cine. Por ejemplo, Shostakovich y Prokofiev compusieron mucha música para películas.

Pero las cosas cambiaron: la muerte de Lenin en 1924 y la ascensión del dictador Stalin al poder, hicieron que el intento de abrir Rusia al mundo viviera un retroceso. Las conquistas hechas en la época burguesa, que Lenin no renegaba, fueron dejadas atrás. Lo que Stalin decía era ley, era la pravda ("verdad" en ruso), el mismo nombre del diario oficial soviético, vehículo por el cual el dictador comunicaba lo que estaba permitido y lo que no.

El estreno de la ópera Lady Macbeth de Mtsensk en Leningrado, el nombre soviético de San Petersburgo, fue un éxito. En poco tiempo, la obra se daba en los más variados teatros de distintas ciudades. Mucha gente asistía a ver esta obra y corría la voz de que era una creación grandiosa. Pero el destino y la voluntad de Stalin quisieron otra cosa. Dos días después que el dictador soviético viera la ópera y se retirara antes del final de ésta, apareció un artículo en "Pravda", probablemente escrito por el mismo Stalin, con el título "Caos en vez de música". Esto hizo que toda la obra de Shostakovich fuera prácticamente prohibida en el país o, al menos, mirada con recelo. De hecho, el compositor temió por su vida, y desde ese momento su carácter cambió: se dice que junto a su puerta siempre había una maleta con ropa y elementos básicos por si tenía que huir. Sus temores eran fundados, pues colegas, amigos y familiares de Shostakovich habían sido hechos prisioneros o asesinados.

La mayor crítica a su obra, y la que más le dolía, era la de música formalista, es decir, más preocupada de la forma que de asuntos éticos y sociales, lo que iba en contra del pensamiento soviético.

Seguramente, por miedo más que por convencimiento, pidió perdón y compuso su extraordinaria Quinta Sinfonía, mucho más tradicional y, al menos en apariencia, menos innovadora. Según se dice, Shostakovich la habría llamado “Respuesta de un artista soviético a unas críticas justas". La cuarta sinfonía tuvo que esperar la muerte de Stalin para su primera ejecución, ya que es menos tradicional, una obra con variados elementos disonantes y una sección de percusión inusualmente ampliada, entre otros detalles. Muy distinta a lo que la clase dirigente hubiera esperado.

Como la mayoría de las partituras del compositor ruso, en Lady Macbeth la paleta de emociones es variada. Describe sentimientos trágicos, pasando por la sexualidad (de hecho es una de las pocas obras en que la música describe un acto sexual), el humor y la ironía, entre otros, conjugan una variado cuadro en el cual los personajes se mueven. Éstos no son arquetípicos, son humanos y como tal llenos de contradicciones. Es por esto que Lady Macbeth es una ópera llena de vida, una historia que nos enfrenta con la mujer, en su más cruda esencia, una mujer que busca liberarse del yugo opresor en que vive, una mujer que no es observadora de su destino, si no que se revela a él.

Esperamos que el Teatro Municipal de Santiago la presente en una versión escénica y no de concierto como en su estreno. La ópera es una de las formas de artes más completas que existen, es teatro y no sólo música; el público se lo merece.


Eva Maria-Westbroek como Katerina Ismailova

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