Uno de los artistas líricos más interesantes del siglo XX, es el chileno Renato Zanelli. Al igual que su compatriota Ramón Vinay poseía una voz oscura, pero bien timbrada, en ese incierto umbral que distingue un tenor de un barítono. Comenzó cantando en esta última tesitura, para luego pasar a hacerlo como tenor, en la cual vio sus mayores éxitos.
Nacido en Valparaíso un 1º de abril de 1892, era hijo de un emigrante ligur de nombre Ottorino, radicado en la región de Tarapacá, la que poco tiempo antes había pasado a ser chilena. Ahí, como tantos otros europeos, Ottorino hizo fructíferos negocios en la industria del salitre (1).
En Chile, Ottorino se casa en segundas nupcias con Margarita Morales, pianista y pintora amateur con la cual, aparte de Renato, tendrá otros seis hijos. Algunos famosos como Carlos Zanelli-Morales, o “Carlo Morelli“, barítono de éxito internacional y Florencio Zanelli, maestro de canto en el Teatro Municipal de Santiago hasta su fallecimiento en la década de 1980.
En 1894, el pequeño Renato viaja a Europa donde realiza su estudios escolásticos y luego de economía; primero en Neuchâtel, Suiza y posteriormente en Turín, Italia.
En 1911, vuelve a Chile para trabajar en la compañía de su padre y en la Bolsa de Valparaíso. En esa ciudad inicia sus estudios de canto con el tenor dramático italiano Angelo Querzé, quien en 1894 había protagonizado el estreno en Chile de la ópera Otello de Verdi. Con él trabajó diversos meses, hasta que estuvo listo para debutar profesionalmente.
Es así como, en septiembre de 1916, Renato Zanelli canta por primera vez una ópera lírica. Se exhibe en el rol de Valentin en “Faust” de Charles Gounod, en el Teatro Municipal de Santiago. Al año siguiente canta en Montevideo los roles de Tonio ("Pagliacci") y el Conte di Luna (“El Trovador”). En 1918, luego de una audición para el general manager de la Metropolitan Ópera de Nueva York: Giulio Gatti-Casazza, es contratado como primer barítono de esa compañía. Tal es la impresión que causa, que una semana después firma, con la casa discográfica, “Victor” un contrato para hacer veinte grabaciones. Un ascenso meteórico, para un artista que había debutado sólo dos años antes.
Renato Zanelli canta por primera vez en el Metropolitan Opera el 19 noviembre 1919, encarna a Amonasro en “Aida” junto a la soprano Claudia Muzio, el tenor Giovanni Martinelli y la mezzosoprano Gabriella Besanzoni, la que también debutaba en ese teatro.
En Nueva York cantó como barítono hasta 1923. En estas funciones interpretó los roles de Tonio ("Pagliacci") y Don Carlo di Vargas ("La forza del destino") compartiendo escenario en ambas óperas con Enrico Caruso. Además interpretó los personajes de Dodon ("Le Coq d’Or"), Il Conte di Luna ("Il trovatore") - en una gira de la compañía a Philadelphia - y Valentin ("Faust"). Su última aparición en la cuerda de barítono se llevó a cabo en el Central Park de New York en un concierto al aire libre, en una selección de “Otello” de Giuseppe Verdi, junto al famoso tenor puertorriqueño Antonio Paoli, donde cantó Iago, el pérfido alférez del moro protagonista.
En Italia, bajo la guía de los maestros Fernando Tanara y Dante Lari, decide dar un vuelco a su carrera al estudiar como tenor, con resultados asombrosos. No es el único caso de un barítono que se convierte en tenor. Además del ya citado Ramón Vinay, un camino similar lo había recorrido antes su maestro Angelo Querze.
Su segundo debut, ya convertido en tenor, se produce el 28 de octubre 1924, en “La Traviata” (Alfredo) en el Teatro Politeama Giacosa de Nápoles. Lugar en el que luego, en noviembre del ese año, canta el exigente rol de Raoul en “Gli Ugonotti” de Meyerbeer.
En 1925 agrega al su repertorio Dick Johnson en "La Fanciulla del West" de Puccini, Manrico ("Il Trovatore"), Cavaradossi ("Tosca") y Pollione ("Norma"), ópera que el mismo año cantará en el Teatro Regio de Parma. El 3 de noviembre de 1925, en el Teatro Politeama Chiarella de Turín se presenta, por primera vez, en el rol protagonista del Otello de Verdi; probablemente el personaje con que más se lo identifica.
En 1926 se exhibe en Buenos Aires y Rio de Janeiro, donde sigue agregando roles a su repertorio: Canio ("Pagliacci") y el protagonista en "Nerone" de Arrigo Boito. Ese el mismo año canta el Teatro Dal Verme de Milán en “Lohengrin” (rol protagonista) y "Faust". En 1927, actúa en Egipto: se exhibe en las óperas "Otello", "La africana" y "Mefistofele".
En esos años, es considerado el mejor intérprete de Otello del mundo, papel que canta en los más prestigiosos teatros, como el Covent Garden de Londres.
Vuelve a Chile, donde canta “Lohengrin”, “Pagliacci”, “Carmen”, “Otello” y el estreno local – y personal- de “Tristán e Isolda” (en la versión italiana, como era habitual en esos años hacer con muchas de las ópera alemanas y francesas).
En la temporada 1929/1930 canta en el Teatro Real de Roma en “La Valquiria” de Wagner, “La Forza del Destino”, “Tristán y Isolda” de Wagner y en el estreno absoluto de “Lo Straniero” de Ildebrando Pizzetti.
Entre 1930, Zanelli debuta en el Teatro alla Scala di Milán, con las óperas “Tristán e Isolda” y “Lo Straniero”. En 1931 vuelve a ese teatro, para cantar en “La Rosa di Saron” de Adriano Lualdi. Los éxitos se sucedían uno tras otro. Pero tal vez ninguna representación fue tan emocionante como la del 17 de septiembre de 1931, en la víspera del aniversario patrio; un día histórico en la historia de la ópera en Chile. Renato canta en el Teatro dal Verme de Milán el “Otello” de Verdi, junto a él su hermano Carlo Morelli interpretaba Iago, la orquesta la dirigía el maestro italiano-chileno Alfredo Padovani. Mientras que entre el público, se encontraba la emocionada madre de los dos principales cantantes masculinos de la velada: Margarita Morales.
En 1932, Renato Zanelli vuelve al Teatro alla Scala y a Roma con Tristán, y luego como Siegmund en “La Walkiria” en el Teatro Regio di Parma junto a Carmen Melis, quien posteriormente sería la maestra de la gran soprano Renata Tebaldi.
En mayo de 1933 retorna a Sudamérica, al prestigioso Teatro Colón como intérprete di “Deborah e Giaele” de Pizzetti y “Norma” de Bellini. Por esoso años, el teatro bonaerense era uno de los más prestigiosos del mundo. Luego de sus presentaciones en Argentina vuelve a Chile, donde en el Teatro Municipal canta en “Andrea Chénier” de Giordano, “Tosca” de Puccini, “El Trovatore”, “Pagliacci”, “Mefistofele” y “Aida”. El 12 y 15 octubre de 1933, Renato Zanelli canta en Santiago, el que sería el último “Otello” de su vida, cosa que él no sabía. Su última actuación en su patria, será un concierto en Osorno el 25 octubre 1933. En febrero de 1934 vuelve a los Estados Unidos, donde canta óperas y conciertos. Pero, el avanzado estado de su enfermedad, un cáncer renal, no le permitirá de honrar todos su compromisos. En Chile, es intervenido quirúrgicamente, pero su deteriorado físico no resiste mucho tiempo luego de la operación. Es así como fallece un 25 marzo de 1935, una semana antes de cumplir los 43 años, en el ápice de su fama.
Son numerosas las grabaciones de este artista, la mayoría de ellas en estudio, las cuales nos permiten apreciar un cantante de registro uniforme, de gran intención dramática, de cuidada línea de canto. Un artista moderno, pese a algunas inflexiones y efectos propios del canto de inicios del siglo XX. Una voz oscura, pero a su vez dúctil, que destacó en algunos de los roles más difíciles del repertorio tenoril.
Además, existe una que otra grabación en vivo de este artista. Documentos de gran valor, para los jóvenes estudiantes de canto, musicólogos y el público en general. Un ejemplo de esto es la selección de Tristán e Isolda en el Teatro alla Scala de Milán en 1930, dirigido por Victor de Sabata.
Renato Zanelli es recordado entre muchos aficionados a la ópera en todo el mundo. Lamentablemente en Chile es poco conocido, su nombre está más asociado a algunas calles que llevan su nombre, pero gracias a internet podemos escuchar la mayoría de sus grandes y cuidadas interpretaciones y hacer justicia a uno de los grandes cantantes de la edad de oro de la ópera.
* Juan Zanelli, pionero del automobilismo en Chile, ganador en Le Mans y el Gran Premio di Barcelona, era su primo.
(1) Años más tarde, mandó a construir en Valparaíso, el Palacio Baburizza, actualmente convertido en museo.
.