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  • Francisco Marín L

Sofía del Campo, la precursora


No fueron muchos los cantantes líricos chilenos que se destacaron internacionalmente a principios del siglo XX. A Pedro Navia, Renato Zanelli y su hermano Carlo Morelli, podemos agregar sin lugar a dudas a Sofía del Campo. Soprano ligera, que actúo junto a grandes colegas en una época en que las voces no escaseaban. Sofía del Campo nació en Santiago un 16 de Octubre de 1884. Provenía de una de las familias más distinguidas y aristocráticas de entonces. Su padre era don Moisés del Campo y Hermida, quien a su vez era hijo de doña Ramona de Hermida, Marquesa de Peña Blanca, descendiente de Guzmán el Bueno.

Su madre era doña Sofía de la Fuente y Bravo, según se dice una pianista virtuosa, con una hermosa voz de soprano y una de las mujeres más bellas de su tiempo. Fue ella quien entregó a su hija las primeras nociones de música y canto, arte al que la pequeña Sofía mostraba gran inclinación y un innato talento. Prueba de ello, es la presentación que dio en la Iglesia Nuestra Señora de la Estampa en Avenida Independencia, acompañada al órgano por su madre, cuando contaba con sólo 9 años. Sofía comenzó a tomar lecciones de piano con el maestro Federico Lange. A los 14 años entró al Conservatorio Nacional de Música, donde se hicieron visibles sus dotes para el canto. Ahí fue tomada como alumna, de manera excepcional, por la esposa del director del Conservatorio, Ana Hertam. El 30 de Julio de 1899, Sofía del Campo dio un concierto en el Salón de la Sociedad Filarmónica de Valparaíso. La joven soprano causó gran impresión, como da cuenta la prensa de la época. Tanto fue el impacto, que el Presidente de la República Federico Errázuriz Echaurren, le ofreció una beca que le permitiría viajar a Europa para perfeccionarse. Pero su conservadora familia se escandalizó ante la idea de que se convirtiera en artista, profesión que no era bien vista por la elite. Rechazaron enérgicamente el ofrecimiento y enviaron a Sofía a Valparaíso, lejos de la influencia capitalina. Sofía se casó dos veces. En 1903 con Alberto Byers Salm, de cuyo matrimonio nacieron cuatro hijos. Ese primer matrimonio no duró mucho, a los cinco años de casada su marido falleció a causa de una tifus. En 1911 esposa a Héctor Aldunate Cordovés, con quien tuvo dos hijos. La mayor, Maria Esther iría a convertirse, con el paso de los años, en la famosa Rosita Serrano, cantante de music hall y variedades en el Berlín de los años 30 y 40. Ahí, Rosita fue la adoración de los jerarcas nazis, apareciendo en películas que eran un éxito de público y dando conciertos por toda la ciudad. Con el maestro italiano Mario la Mura, Sofía del Campo retoma sus estudios de canto. En Septiembre de 1914 vuelve a dar conciertos y el 22 de Diciembre de ese año debuta en la ópera, con “Lucia di Lammermoor” de Donizetti. Con ese rol se presentó pocas semanas después en el Teatro Municipal de Santiago. Ese mismo año, en el coliseo capitalino cantó además Gilda en “Rigoletto” de Verdi. Sólo en 1918 volvemos a tener noticias de ella. Da conciertos benéficos en distintas ciudades de Chile. Ese año se presenta en el Teatro Victoria, donde toma el lugar de la gran soprano catalana María Barrientos, con quien no se había llegado a un acuerdo económico -la Barrientos se presentaba continuamente en Sudamérica, sobre todo el Teatro Colón, ya que estuvo casada con un empresario argentino y fijó residencia en Buenos Aires-. La reemplaza en dos obras que conocía bien: las mencionadas “Lucia di Lammermoor” y Rigoletto, a las que Sofía del Campo sumó “Gli Ugonotti” de Meyerbeer y algunas piezas solistas que incluía en las funciones de ópera, para dar más color a las veladas.

Poco a poco, Sofía del Campo comienza a hacerse de un nombre. Se presenta frecuentemente en el Teatro Municipal de Santiago, en regiones y en diversas ciudades sudamericanas como Lima, Montevideo y Buenos Aires, donde comparte escenario junto a ilustres colegas. Fueron años de arduo trabajo, su tiempo se repartía entre conciertos, óperas y su vida familiar.

A mediados de la década del 20, se presenta en Europa. Existen noticias de concierto en Roma, Ginebra y París. Entre 1927 y 1928 reside en Nueva York donde aprovecha de realizar sus primeras sesiones de grabación para el sello Víctor y se presenta en el prestigioso Carnegie Hall junto a colegas de la talla de Pasquale Amato. Luego de eso, vuelve a Chile, en un viaje financiado por el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo.

Por esos años, da una serie de recitales en Sudamérica: Santiago, Valparaíso, Rio de Janeiro. Luego, vuelve a Estados Unidos para participar en una serie de funciones de “Rigoletto” y viaja a Europa a continuar con sus presentaciones.

A comienzos de la década del 30’ pareciera que se establece en Berlín, donde se presenta en radios y se dedica a la enseñanza del canto. Permaneció en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, siendo testigo de la fama que adquirió su hija Rosita. Juntas cantaron muchas veces para los heridos de guerra. Pero cayeron en desgracia del régimen cuando Rosita cantó para un grupo de refugiados judíos en Estocolmo, ciudad que luego los recibió cuando tuvieron que huir.

En 1946, con la Segunda Guerra ya finalizada Sofía del Campo vuelve a Chile, donde se dedica a enseñar el arte del canto, hasta su muerte el 24 de Junio de 1964.

Fuente: Artículo de Juan Dzazópulos Elgueta

Sofía del Campo.

Vals de Romeo y Julieta de Charles Gounod.

Sello Víctor, 1928.

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