Iniciamos nuestra serie de entrevistas con el bajo barítono Sergio Gallardo, un intérprete que se ha hecho un nombre en la escena nacional dando constantes muestras de su crecimiento como artista. En los últimos años ha destacado sobre todo en roles bufos, como Don Bartolo en “El Barbero de Sevilla” y Don Geronio en “El turco en Italia” de Gioachino Rossini, además de Dulcamara en “El elixir de amor” de Gaetano Donizetti. Roles interpretados en Chile, no sólo en Santiago. Nos reunimos con él recién llegado de Francia donde protagonizó la ópera “La cambiale di Matrimonio” de Rossini. Con dicha obra se presentó en Tourcoing y en el Teatro de “Champs Élysée” de París. Encarnaba a Tobia Mill, un viejo empresario inglés que no duda en ofrecer en matrimonio a su hija Fanny a un comerciante americano, pese a que ésta no quiere casarse con él. Compuesta cuando Rossini tenía sólo 18 años, se ve el genio del maestro italiano e incluso aparecen algunas melodías que continuaría desarrollando posteriormente.
Sergio, ¿cómo fue interpretar el rol protagonista en “La cambiale di matrimonio” de Rossini?
Fue una experiencia muy enriquecedora. Trabajamos con el Atelier Lyrique de Tourcoing cuya especialidad es el barroco. Las obras se interpretan con instrumentos de época, así emerge una sonoridad distinta. Estoy acostumbrado a hacer Rossini con orquesta grande como la Filarmónica del Teatro Municipal. La del Atelier Lyrique es una orquesta mas reducida, los sonidos que salen de ella son muy bonitos. El maestro Jean-Claude Malgoire tiene muchos discos con grandes cantantes y fue un honor trabajar con él. Ésta era la tercera oportunidad en que canto con esta orquesta; primero en “El barbero de Sevilla”, luego en “La italiana en Argel” y ahora. Para "La cambiale..." realizamos presentaciones en Tourcoing, con una puesta en escena minimalista, pero muy bien lograda. Luego, realizamos una función en concierto en el Teatro de Champs-Élysée. Estar en este último lugar fue un gran privilegio. Cuando uno mira la programación se da cuenta que ahí, en pocos días, se presentan artistas de mucha calidad y fama internacional. Un día puedes encontrar a la Sinfónica de Londres y al otro día a “Les Arts Florissants”. Por lo mismo, tuvimos una sola jornada para ensayar en el teatro, el día anterior se había presentado otro espectáculo y al día siguiente volvían a ocupar la sala. Todo fue muy rápido.
Además, que me vuelvan a llamar me produce una gran satisfacción. Soy uno de los pocos que se ha repetido en todos los Rossini que ha dirigido el maestro Malgoire.
¿Cómo llegaste a ser cantante de opera? Cuando niño quería ser ingeniero, de hecho lo soy, pero mi pasión siempre fue la ópera. Partí con un programa radial en Iquique, mi ciudad natal. Ahí transmitía programas de música clásica donde partió mi afición por la ópera. Así empecé a cantar, vi donde hacían clases y postulé al conservatorio de la Universidad de Chile, pero no quedé. Sinceramente por entonces no cantaba bien. Para mejorar estudié un año con Fernando Lara y pude finalmente ingresar al conservatorio de la Chile. En 1999, al tercer año ahí, debuté en el Teatro Municipal de Santiago en “La Bohème” donde hice los roles de Benoit y Alcindoro, luego estuve en Simon Boccanegra y Falstaff de Verdi . De ahí no paré; estudié y aprendí mucho. Trabajé con el maestro uruguayo Carlos Beltrami, él me ayudó a sacar la voz y tener seguridad en mí, pero luego de su fallecimiento no tuve otro maestro de canto. Ahora le he pedido consejos a los grandes cantantes del repertorio buffo que vienen a Chile, les pido que me escuchen y los veo trabajar. Tengo tres referentes: Alessandro Corbelli, Pietro Spagnoli y Bruno Praticò que han venido a Chile y he tenido la gran suerte de trabajar con ellos y han sido muy amables conmigo. Miro constantemente sus videos, para aprender. Algunas veces uno de ellos no ha podido cantar y he tenido que reemplazarlos, lo que para mí ha sido un gran orgullo, como son mis máximos referentes ha sido una cosa inolvidable.
Este año, en el Teatro Municipal estarás presente en tres óperas (Lady Macbeth, Las bodas de Figaro y La Cenerentola. ¿Como estás trabajando tres roles tan distintos? Sí, son distintos aunque el Bartolo se podría acercar al don Magnifico. Lady Macbeth es otro cosa, la música y trama es diferente a lo que hago generalmente. Estoy muy acostumbrado a esto, en el Municipal de Santiago, siempre me ha tocado hacer de todo. “Salome” de Strauss, “Diálogo de Carmelitas”, “Billy Budd”. Ésa es, en cierta forma, la gracia de trabajar en este teatro: haciendo un poco de todo he aprendido montones. Estaré siempre agradecido al “Teatro Municipal” que en todos estos años confió y sigue confiando en mí.
¿Cómo encaras vocalmente estos diversos repertorios? Lo importante y que también he aprendido de los grandes que he visto, es cantar con mi voz. No es sacar el volumen a fuerza, tener un volumen natural y desarrollarlo. Además, ser inteligente y si por ejemplo me ofrecen un rol de Verdi o Puccini hay que ver qué rol es y si a mí me queda bien o no.
En Chile, me imagino que es difícil decir que no a algunos ofrecimientos. Es difícil, porque es un trabajo y tengo una familia, pero muchas veces he tenido que hacerlo. Hay muchas cosas que me han ofrecido y sé que no me quedan. Me puedo haber equivocado, pero nunca he hecho un rol que sea un riesgo para mi voz.
Siempre me he considerado un bajo barítono, con el tiempo creo que mi voz naturalmente se irá oscureciendo y tal vez pueda afrontar roles que hoy podría cantar, pero que por el color de mi voz prefiero esperar. Ahora en Europa hice varias audiciones. Las respuestas no son inmediatas, pero me escucharon muchos directores de teatros importantes y espero que algo salga de ahí. Los contratos en los teatros se proyectan para dos o tres años, hay que tener paciencia.
La vida del cantante es vista desde afuera de manera atractiva. Viajes, conocer personas y teatros. Pero sabemos que es sólo una cara de este difícil oficio. ¿Cómo manejas tu tiempo libre cuando viajas? Es cierto. Muchas veces se piensa que uno lo está pasando muy bien. En París por ejemplo están Disney, la Torre Eiffel y que uno pasa visitando esos lugares. Pero ésta es una vida muy solitaria, muchas veces uno come solo, a veces uno se deprime, pero vienen otras óperas y hay que trabajar, estudiar. Puede ser un poco estresante y solitario, pero tiene sus cosas bonitas, no se puede ser mal agradecido. El aplauso, el cariño de la gente y trabajar en lo que me gusta.
Me imagino que tuviste y aun tienes que renunciar a cosas como salir de noche o reuniones sociales. ¿Fue y sigue siendo difícil? Cuando más joven no era de salir a fiestas o cosas así. Pero si debo cantar necesito dormir mucho, no puedo trasnochar. Tengo mis rituales aparte de dormir bien, comer pastas, beber bebidas energéticas. Además, siempre tengo dulces en el camarín sobre todo los roles de mayor desgaste, cuando uno suda mucho.
¿Cómo manejas la tensión antes de salir a escena? Cuando es un rol bufo y lo tengo bien aprendido estoy tranquilo. Pero cuando son roles que debuto como Billy Budd o Lady Macbeth, ahí siento más la tensión. Sobre todo que se me olvide el texto, cuando no canto en italiano que es el idioma en que más lo hago.
Cambiando de tema. ¿Cómo trabajas el silabato rossiniano? Tal vez una de las cosas más difíciles de este compositor. Hay un trabajo grande. Veo las inflexiones y la intención que le dan los grandes referentes que mencioné anteriormente. Por ejemplo, el aria que estoy estudiando ahora, la segunda de don Magnifico en “La Cenerentola”: “Sia qualunque delle figlie” me ha tomado más de dos meses, la analizo parte por parte. Los trabalenguas, como les digo yo, los divido en secciones, los aprendo y luego los uno. Esta aria la encuentro mas difícil incluso que la de don Bartolo en “El barbero de Sevilla”, en la que el mismo texto se repite varias veces. En cambio el aria que estoy estudiando tiene un texto que va variando, al igual que el aria de Don Geronio de “El turco en Italia”.
¿Cómo ha sido trabajar en regiones? Te hemos visto en diversas producciones fuera de Santiago. Ha sido muy satisfactorio, el público es muy atento y agradecido. Como decía antes, el cariño de la gente es una de las cosas lindas de esta profesión. Pero por otra parte veo que hay actividades en las ciudades del sur, pero nada en el norte donde hay teatros magníficos que están desaprovechados. Cantar en Iquique, mi ciudad natal, sería un sueño. Existe un público receptivo a estas manifestaciones artísticas y existe el Teatro Municipal de esa ciudad que sería un lugar ideal para montar un espectáculo lírico. Me gustaría mucho también que en Maipú, la comuna en que vivo, se pudiera hacer algún espectáculo lírico. Me gustaría reunirme con la nueva alcaldesa y que hiciéramos algo. Pienso en una ópera que no sea demasiado compleja de montar y en la medida de lo posible con cantantes de esa comuna, que no son pocos. Falta sólo atreverse.
"A un dottor della mia sorte". Aria de "El barbero de Sevilla" de G. Rossini