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  • Francisco Marín L.

Fallece Laura Didier Gambardella, insigne mezzosoprano chilena


Luego de una breve enfermedad, falleció ayer en Milán nuestra amiga, la mezzosoprano chilena Laura Didier Gambardella. Escribimos esto con mucha tristeza ya que habíamos tenido la oportunidad de conversar con ella e iniciar una entrevista que debía continuar en estos días.

Desde 2009 vivía en la casa de reposo que Giuseppe Verdi instauró para que los artistas pasaran sus últimos años. Ahí la Sra. Laura se encontraba muy a gusto, jugaba a las cartas con sus amigos colegas y era tratada con gran afecto. Probablemente era el huésped que había realizado la carrera más importante entre los que se encontraban viviendo en ese lugar. Y era una fuente inagotable de anécdotas, pues había compartido escenario con todas las grandes figuras de su época.

Nacida el 9 de Julio de 1928, Laura Didier se destacó desde muy joven. Siendo la alumna más aventajada de Margarita Salvi y Emma Wachter debutó con 16 años en el Auditorio de Radio Minería en un concierto de música de cámara y en el Teatro Municipal de Santiago en 1946 en una función de “El amor brujo” de Manuel de Falla, comenzando así una serie de presentaciones por Sudamérica: Montevideo, Lima y Buenos Aires fueron algunos de los lugares que visitó. En 1949 audicionó para el maestro Tulio Serafin quien, como leemos en una carta dirigida al padre de Laura, quedó maravillado con su voz, augurándole una carrera promisoria. El maestro Serafin hablaba de una bella voz, extensa, que poseía igualdad en todo su registro y gran musicalidad -Laura había estudiado piano con Alicia Didier Silva, su tía-.

Laura Didier recordaba con mucho afecto a Ramón Vinay, con el que compartió escena innumerables veces y de quien, según nos dijo, aprendió mucho. La primera vez que cantaron juntos fue en 1952 en el Teatro Municipal de Santiago, en las ópera Carmen de Bizet y Samson et Dalila de Saint-Saëns. El tenor chillanejo le instó a irse a Europa para lanzar su carrera, cosa que hizo. Desde 1953 vivió en Italia donde conoció a Gabriele Gambardella, un empresario de Salerno con quien se casó, estableciéndose definitivamente en ese país. Llegó ahí en una hermoso viaje en barco que duró 31 días.

El gran envión europeo vino con su debut en las Termas de Caracalla como Amneris en Aida, rol que interpretó en 184 oportunidades. El público y crítica quedaron maravillados con la voz y actuación de esta chilena que, poco a poco, se estaba haciendo un nombre en la península.

En sus 40 años de carrera (1943-1982) recorrió toda Europa. Cantó en Venecia, Milán, Roma, Nápoles, Genova, Florencia, Palermo, Oviedo, Sevilla, Nizza, Avignon, Mallorca, Salzburgo, Oslo y una largo etcétera. Visitó además lugares como Alejandría e incluso Corea del Norte. Debutó en el Teatro la Scala de Milán con Rigoletto de Verdi en 1962. El mismo año cantó en la Piccola Scala La fida Ninfa de Vivaldi y volvió a la sala principal con la ópera Atlántida de Manuel de Falla. Cinco años después, retornó a ese escenario con Kovántschina de Mussorgski.

Participó en la grabación de dos óperas de Pietro Mascagni: Cavalleria Rusticana y L'amico Fritz. La primera junto a Mario del Monaco y Elena Nicolai, dirigidos por el maestro Franco Ghione. La segunda, una grabación EMI junto a Luciano Pavarotti y Mirella Freni, dirigidos por Gianandrea Gavazzeni. Volvió a su país de origen en 1975, cuando se presentó en el Teatro Municipal junto a Claudia Parada y Bruno Prevedi en Norma de Bellini.

Para Laura Didier, el momento más emocionante en su carrera fue cantar para el Papa Juan Pablo II en el Vaticano, luego del intento de asesinato perpetrado en su contra en octubre de 1981. Recordaba el día del atentado, pues ella estaba ensayando en Roma y escuchaba el sonido de las ambulancias y la policía. Luego, cuando el Papa fue dado de alta, se presentó junto a la Academia de Santa Cecilia en una obra del Cardenal italiano Domenico Bartolucci.

Queremos agradecer públicamente a todos quienes hicieron que sus últimos años los viviera, como nos dijo, contenta y rodeada de afecto. En especial al barítono Armando Ariostini, quien fue nuestro nexo para conocerla y conversar con ella, siempre preocupado por su salud y de que no le faltara nada. Y a todos quienes se preocuparon constantemente de ella acompañándola hasta sus últimas horas.

¡Descansa en paz, querida Laura!

Junto a Ramón Vinay luego de una función de Carmen en el Teatro Municipal de Santiago, 1952.

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